26/6/11

Cuando fluyen los pensamientos al compás de la música...


Tirada en mi cama escuchando una nana.
Las teclas del piano corrían para que el sonido fluyera a la velocidad de mis pensamientos. El pianista muy astuto, movía sus manos con velocidad y sus dedos sabían perfectamente en qué momento tenían que ir rápido y en cuáles no.
Cuando las notas eran graves muchas caras aparecían, unas tras otras. Es como si supieran que yo los observaba, porque me miraban directamente a la cara.
Cuando eran agudas llegaba a un estado de concentración que empezaba a tener mis sueños lúcidos y derrochaba alguna lágrima seca... Ya no me quedaban más.
Pobrecita cama. ¿Dónde acumulas mis lágrimas? ¿Y dónde guardas mis canciones de piano? ¿Y mis sueños vívidos?.
Se acabó la nana. El pianista relaja sus manos, las estira y las descansa.
Se cerraron los pensamientos en sí, acudió el terror en mí. Soñar otra noche más con mi consciencia reprimida, con mis chillidos callados, con mis pasos mal dados...
La sábana me ata, me acaricia, me calla. Oh sábana, ¿Tú también estás aliada con la cama?...

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