7/5/10

Heridas sin sanar

No sabía explicarlo... Más bién nunca supe explicarlo. Era algo que movía mares.. Algo que podías llegar a saltar desde una colina y dejarte la vida en ella.
Era algo... tan...¿fuerte? Que ninguna palabra, podía dar una definición correcta de ello.
Y cuando esos mares se cerraron dejando la huella de pequeñas gotas de agua que... nunca se irián con el pasado. No había sol que las secase, no había nada que las derrochase de nuevo a su procedencia. Porque esas gotas, reacciones involuntarias que viven dentro de mí, ya habían elegido amar.
Sí, aquello que no tenía significado, aquello sin razonamiento... Lo habían elegido sin preguntarme a mi primero.
No había marcha atrás, esos sentimientos tendrían que vivir conmigo y yo acostumbrame a ellos.
Pero cada vez que te sentía mucho más lejos de mí, no podía evitar notar como las gotitas de agua, como heridas ensangrentradas, se crecían como si se alimentaran de tu ausencia.
Y cuando la ilusión te llena diciendote que esas heridas, que esas gotas han sido secadas por nuevos sentimientos que hacen de gasa contra el dolor, piensas que eres felíz. Que esos sentimientos se esfumaron para dejar sitio a las nuevas sensaciones producidas por un nuevo ser.
Pero le encuentras, le encuentras de nuevo. Mirándote a los ojos y siento que no es así, que la gasa que cubría aquellas heridas no era de verdad. Era un simple tapón para que no sangrara más, pero no una medicina para sanarlas...
Sólo la persona que me hizo tal dolor es la que puede secar las gotas.
Porque sus sentimientos es solo lo que necesita este corazón agujereado para estar sano. Para revivirlo y para que viva felíz.