Nunca sabrás el dolor que sentí en aquel momento. Dónde tu te reístes de mi largo dolor. Nunca vas a saber lo que era verte todos los días y armarme de valor para levantar la cabeza y pasar por tu lado. No sabrás lo difícil que era ocultar las lágrimas que empezaban a salir solas de mis ojos estando tras mi pupitre, delante de toda la gente que me rodeaba. Nunca verás aquel vacío tan inmenso que me consumía por dentro; aquellas pocas ganas de comer, de dormir...
Estaba en un nube de la que no podía bajar. Metida profundamente en mis pensamientos. Solo pensando en no volver a pensar en ti.
Y cada vez que a mi lado estabas, mis manos tiritaban como si estas lo hicieran por frío o por miedo. Pero no, lo hacían por ti, ¿o es que a caso no te dabas cuenta, del sufrimiento que otorgabas que estuvieses tú a mi lado?
Tampoco sabrás las risas fingidas que creé, sosteniendolas con chinchetas para que no vieras mi sufrimiento. Para valerme de valor y decirme a mí misma que ya no te amaba.
Pero todo eso ya da igual, forma parte del pasado. Sé que me odias sin saber yo todavía por qué. Yo ya formé mi camino y aprendí la diferencia de amar y enamorarse. Maduré gracias a aquel dolor interno y alomejor me creé un trauma, pero eso me dio igual. Contigo aprendí muchas cosas que nadie me habría enseñado. Siento haberte hecho alguna vez daño. Siento haberte involucrado hace tiempo, en este sentimiento inafortunado.
Solo pienso en no sufrir con otro amor, lo ya sufrido.
